Buscar este blog

sábado, 26 de marzo de 2011

Un juego de lagrimas. Tercera sesión

[SI NO HAS LEÍDO EL POST ANTERIOR, NO LEAS ESTE. SI LO HAS LEÍDO, TAMPOCO]
Nanno hubiera preferido contarle a Sucso la historia con Anna en otro lugar, bajo otras condiciones, no en esa sombría fiesta, en cuyo aire se mezclaban el barullo de la multitud y esa estruendosa música electrónica que lo obligaba a forzar la garganta todo lo que podía.El ya sentía que estaba cayendo en el fondo del pozo. Sentía en carne viva la soledad en el que  se encontraba y los ojos se le llenaban de lagrimas.
En su cabeza pesaba una gran culpa por la repentina separación con Anna. Recordaba cada detalle minuciosamente y no entendía por qué extrañaba tanto a alguien que en las últimas semanas parecía resultarle indiferente, que con silenciosa actitud demandaba mucha más atención,mas de la que tenia posibilidad de dar.

A pesar del ruido nefasto, nanno se dio maña para hilvanar los acontecimientos nuevamente. Esta vez se preocupo en proporcionar detalles más explícitos de los que había dado a  su psicóloga, que hasta ese instante era la única que sabía todo (o casi todo). Pormenorizo cada episodio para que sucso –que tenía la enorme ventaja de conocerlo a el y anna por el colegio– es fácil que comprendiera a cabalidad lo denso de la situación.
Hablo sin remilgos, con absoluta confianza. sucso sabía perfectamente cuán puras y leales habían sido sus intenciones con Anna desde que se conocieron. Sabía cómo se había originado en el ese creciente deseo por estar a su lado. Era quizá el único testigo que quedaba de sus viejos sentimientos. Los demás amigos del colegio no figuraban, así que no había otra persona que compartiese con él ese archivo de secretos escolares.

Sucso se equivocaba al pensar que nanno lo veía como un amigo cualquiera. Todo lo contrario. Él era un personaje clave y su reacción, sus consejos y opiniones no serían de ningún modo anodinos ni coyunturales, sino que tendrían el enorme valor de la perspectiva del tiempo. Por eso se esmero en contarle todo con puntilloso énfasis, desde el dia en que se conocieron en la secretaria del colegio hasta la boba ruptura con anna, con todo el relleno de en medio: el primer beso camino a su casa, las primeras fugas de clases, las continuas conversaciones por el chat, la complicidad en las conversaciones, los juramentos de amor, la inconmensurable sensación de haberse tomado una esperada revancha con la vida.

Nanno también le habló de sus problemas de personalidad, del papel subalterno que venía jugando en su vida, pero sobre todo se enfocó en Anna, en la relación accidentada que había construido con ella y en el escenario de posibilidades que a raíz de eso se abría enfrente.
La cara de sucso fue mutando de expresiones a medida que el relato de nanno avanzaba. Su rostro pasaba repentinamente de la suave sorpresa a la perplejidad, de la intriga a la incertidumbre, de la duda a la sospecha, de la ansiedad a la comprensión y de la comprensión otra vez a la sorpresa.

Nanno invirtió más de cuarenta minutos en reconstruir los hechos, y al hacerlo –gracias ese mágico vínculo que existe entre las palabras, la memoria y la inteligencia– fue comprendiendo mejor el lugar en que estaba ubicado. Contar su historia una vez más era un modo de tomar distancia de su posición para poder apreciarla, como quien se retira unos metros para contemplar el paisaje del que ha estado formando parte minutos antes, y solo así consigue juzgar la vastedad de la escenografía: sus colores, su luz, su belleza o su precariedad.

Después del vómito mental que significó la ininterrumpida narración, nanno tomó un largo sorbo de cerveza, mientras sucso, todavía boquiabierto, acusaba recibo del testimonio que acababa de escuchar
sucso –Me cagaste, huevón
nanno–Qué locura, ¿verdad?
sucso–Es una historia alucinante, nanno. Una historia circular y alucinante.
nanno–Lo peor es que no sé qué hacer, estoy como paralizado
sucso–Bueno, pero tú qué quieres…
nanno–No sé. Amo a Anna. La amo. Y quisiera que fuera una relación normal, pero no puede serlo.
sucso–Te refieres a que la cagaste y no pueda volver a ser lo mismo
nanno–Exacto. Eso no es normal
sucso–Si no la hubieras cagado, estarías con ella, supongo…
nanno–Sí, supongo que sí
sucso–Lo que me parece increíble es el modo en que la vida, el destino o la mera casualidad pone frente a frente a dos personas que en algún momento creyeron tener resuelta su historia afectiva. Es decir, debe haber habido días, muchos días, en que Anna se levantaba de su cama convencida de que su relación contigo era el punto culminante de su expediente amoroso.
nanno–¿Y a qué vas con eso?
sucso–A que nunca nada está dicho por más que uno crea que sí. Yo veo que la relación era muy fuerte, y si pidieras regresar con ella otra vez.
nanno– Es que no entiendes anna es una chica intensa, activa, con una opinión de las cosas y una manera de ser bastante independiente. No es ninguna de esas mocosas cojudas que quieren cosas superficiales.

Nanno y sucso continuaron esa conversación hasta quedar medio borrachos. La música electrónica de la fiesta se convirtió en rock y luego el rock en salsa, y la gente se fue animando a bailar un poco más. Ellos cruzaron distintos temas, sin dejar de administrarse vasos de cervezas.

Nanno–Salud por tu nueva flaca, dijo nanno
Sucso–Qué flaca ni que ocho cuartos, salud por tu historia…
Nanno–Bueno, salud por las dos cosas

Casi a las 2 y 30 de la mañana nannosucso prometieron no contar nada de lo tratado.

“Ha sido mostro verte, conversar contigo”–le dijo nanno. “Eso sí, no vayas a contar nada en el salón ah, ja, ja”–le pidió bromeando. sucso solo se río e hizo un gesto con las manos como diciendo “no te preocupes”. Sucso le dio un segundo abrazo y luego desapareció tras la puerta.

Nanno se puso a pensar como es que a pesar de las flaquezas de Anna, ella y nanno vivieron algunos días inolvidables, sin esconderse, actuando como los enamorados que eran. Había, desde luego, algunas cláusulas que cumplir. Por ejemplo, nanno solo podía visitar la casa de anna cuando Emilio su hermano no estuviera. Por lo demás, todo transcurría sin grandes apremios.
 
Paso todo el día martirizandose pensando en ella (no estoy seguro si esos pensamientos llegaron a el por la conversacion con sucso o el ver que nanno y ella estaban a menos de 2 metros de distancia), en el salon de clases, y fue recordando poco como es que fue fulminando su relación con anna". Las conversaciones entre Ana y Nanno, que jamás desembocaban en pleitos, se fueron infectando con discusiones como esa. Ella buscaba un cambio gradual en su vida social, un cambio que no afectara, pero nanno se desesperaba y sentía que le costaría trabajo adaptarse a sus necesidades. El veneno de esas riñas, sin embargo, demoraría en inocularse.

Los posteriores a esa noche fueron días muy raros. A nanno, por algún motivo difícil de explicar, le gustaba que continuara las sesiones. La presencia periférica de una psicóloga le resultaba extrañamente satisfactoria: era una presencia –menor, pero latente– que le confería algo de seguridad, es aquellos momentos grises, siniestros, que embargaban a nanno, y que era el encanto siniestro y gris que las prohibiciones siempre le habían suscitado.

Todas los días, nanno llamaba a sucso para juntarse. No solo lo hacía porque confiaba en la interpretación que él pudiera hacer de sus problemas, sino porque además estaba cada día más escaso de amigos. Ernesto era un buen compañero del colegio, pero no su confidente. jano no era lo suficientemente cercano.

Sucso, sin quererlo, se convirtió en el exclusivo depositario de su confianza.nanno le contaba cómo es que el quería volver a hablar con anna, pero también compartía con él sus dudas más tormentosas respecto del desenlace que esa historia podía tener. Sucso lo oía y enriquecía esas pláticas con sus recuerdos personales de la época en que nanno empezó a obsesionarse con Anna.
Sucso–Te noto un poco tenso…
Nanno–Es que, no sé, a veces me parece que fuésemos dos personas completamente diferentes…
Sucso–¿Anna y tú?
Nanno–Sí, pero completamente.
Sucso–¿Tanto así?
Nanno–En el colegio, yo era un idiota que no se animaba a nada. Ahora tengo mucha más confianza en mí, en mis opiniones, en mi capacidad, en fin. Con Anna sucede algo parecido…
Sucso–Yo la recuerdo recontra alegre, sonriente…
nanno–Exacto. Hasta hace unas semanas, a pesar de los problemas, jamás perdía la sonrisa. Pero de un tiempo a esta parte no hace más que quedarse callada, hablar poco y llorar. y me siento afectado aunque yo ya no sea parte de su vida.
Susco–¿Llora mucho?
Nanno–Llora, llora, llora. Todo el día llora…, te conté sobre el mail que recibí de su amiga sole, pero bueno todos me fastidian y dicen que soy la causal de su desdicha.
Sucso–Bueno,nanno, ponte a pensar. Es lógico. Apareces tú, queriendo volver a hablarle, luego de que tu la cagaras, su mundo ha dado un vuelco completo. Esa no es una vida, es una película hindú. Lo pienso y hasta a mí me dan ganas de moquear.
Nanno–Llámame insensible o lo que quieras, pero hay algo de ese llanto que me saca de quicio, me enerva, me pone de mal humor, ella no se pone a pensar como estoy yo luego del error que vi que cometí. No sé si es el llanto mismo, o la inmediata sensación que tengo al saber por que se dan: la sensación de que soy el principal responsable de todo su desastre…

Los ojos de nanno se enrojecieron. Una minúscula lámina acuosa los cubrió. Se mordió la lengua y reprimió las lágrimas
Sucso–¿Estás molesto no?
Nanno–Rabioso, la palabra es rabioso. Adoro a esa mujer pero a veces, solo a veces, me pongo a pensar en que quizá hice mal en interferir en el destino. Quizá lo mejor era dejar la historia como estaba, no alterarla.
Sucso–Estás metido en la historia, nanno. Metido hasta el cuello. Lo último que puedes hacer es pensar en saltar y escaparte. Sería una cabronada.
Nanno–Sí, tienes razón. Sería una cabronada... 










Blogger news