Y si mañana se acaba el mundo, hoy recordare y sonreiré respecto a todo lo que he vivido, caminare sobre mis recuerdos y con el viento en la cara me diré que bien la pase. Y si mañana se acaba el mundo no me meto en un bunker ni cagando, porque si ustedes no están yo tampoco quiero.
Si mañana se acaba el mundo, debo admitir que la vida que se hace de momentos, momentos de alegría, emoción, tristeza, sonrisas, es muy diversa. Debo decir que si mañana acabara este mundo no lo merecemos pero quizás lo buscamos. Si mañana se acaba el mundo, hoy voy a andar menos apresurado y voy a cantarle cumpleaños feliz a una amiga. Si mañana se acaba el mundo me molesta profundamente no haber tenido el suficiente valor de hacer algunas cosas, que tal vez deje sin resolver. Si mañana se acaba el mundo ojalá me toque el mismo cielo que a ti y que a todos mis amigos. Si mañana se acaba el mundo tengo que decir que los quiero y si no se acaba también.
Si mañana se acaba el mundo hoy me escapo de mi casa, aprendo a andar en skate, dejo el alcohol, me dejo de quejar, bailo reggaetón, como loco y me fumo un puro. Si mañana se acaba el mundo me acuerdo de la risa de cada uno de mis amigos, imito sus bailes y hablo más de las cosas raras que hace mi Mama. Si mañana se acaba el mundo que me pique una abeja y que no se muera. Si mañana se acaba el mundo me acuerdo de mi infancia con mis padres y mis hermanas, de los paseos por el campo y del naranjo, de mis amigos cuando aún era menos que un puberto, de mi perra Roberta y de mi abuela con su tan mítico bastón.
Si se acaba el mundo me simplifico y me acuerdo del olor a mermelada de la olla gigante, de los cachorros que perdí, de los tan ricos platos de comida que deguste de mi madre, de las dos mil veces que hice cosas que no tenía que hacer y siempre las solucionaba con un “no fue mi intención”.
Si se acaba el mundo, doy gracias por no tener una vida perfecta y por descubrir que la vida no es un cúmulo de años es un cúmulo de manos saludando, de niños sin dientes, de lágrimas en la manga del polerón, de rodillas raspadas, de ratones de dientes, papa Noel en cada navidad. De amores, odios, muertes, de esas cosas que te dan vida y te roban el alma.
SI SE ACABA EL MUNDO, DEBO DECIR QUE FUI FELIZ Y PUNTO.
Mirar fijamente los espacios que hay entre las paredes del techo no ayuda a dormir, mucho menos el querer solucionar (mentalmente) mis problemas pasados. No me percataba aún de la hora y no lo haría por un buen rato. Había sido un día un tanto extraño, accidentado y porque no decirlo “un día de mierda”; después de una típica reunión familiar un día antes, de esas a las que nunca asisto pero a la cual me ancló mi madre, me senté un rato frente a la compu a ver el Messenger y otras cosas más.
Tarde ya y con los dedos algo cansados, entablé conversación con uno de mis contactos menos pensados, una buena “amiga mía” de tiempo atrás, que conocí por ahí, por mera casualidad. Creí que todo no pasaría de un “hola” y “chau”, cuando de pronto el tema se volvió un tanto incomodo, eso sucede cuando de amigos pasan a “patas” y de ahí a amigos con derechos y de ahí no sé qué más fuimos, me tuve que encontrar con el típico ¿te acuerdas cuando? Aguanté varias tandas, pero ya íbamos llegando al tema.
Ella comenzó preguntando ¿cómo te fue con tu ex?, ¿por qué terminaron si se veían tan bien?, eran las típicas preguntas “cojudas” de una chica cuando te quiere sacar información respecto a la ruptura, y eso que solo nos vio una vez caminando por la plaza de armas. Yo preguntaba acerca del tiempo en que habíamos estado sin hablarnos, a lo que atinó simplemente a decir que poco a poco me iría enterando, de a pocos firmaríamos una tregua que nos devolvería al rango de amigos.
Mencionó el incidente que tuvo con su enamorado, tras más de un año de relación, sin mayor motivo el de querer estudiar la dejo de lado, claro y por supuesto ella no soporto esa idea y decidió dejar de hablar con él y así terminar la relación. Hablamos cosas tan banales, como lo de su perro que se había extraviado desde agosto y que aun no lo encontraban, me dijo que quería verme para poder hablar bien y poder hacer algo la mañana siguiente. Yo con sorpresa, acepto rápidamente su invitación, ya que quería verla luego de casi 2 años sin verla.
Bueno creo que hoy no ha sido un día tan grato por así decirlo, desperté con el pie izquierdo totalmente, porque la noche anterior había perdido mi celular en el taxi para regresar a mi casa, acto que no me di cuenta hasta la mañana siguiente, pero bueno esas cosas siempre pasan, mi madre me había dicho que antes de ir a la universidad tendría que ir a recuperar mi numero.
Ya con mi reloj en mano, eran las 7.30, me bañaría, y desayunaría para ir después a telefónica para recuperar mi numero de celular y poder activar el RPM, (por cierto un proceso nada fácil), pero gracias a Dios una amiga que no veía hace mucho me ayudo con todo eso, ya que trabajaba en movistar, tan solo fue cosa de papeleo, pero bueno luego de eso tendría que ir a clases a las 9.30, creo que eso fue lo más dañino del día, comenzando con tener que ver a mis compañeros, que creo que tienen algo contra mi o soy demasiado paranoico con eso, ya uno no sabe, menos mal que solo tendría que lidiar con ellos durante unas horas, fue entonces cuando vi cerca a mi ex, no sé cómo sentirme en ese momento solo trato de pasar inadvertido.
Ahí fue cuando me acorde de la conversación del día anterior, se suponía que esa mañana saldría con mi amiga, la llame con tan buena suerte que me contesto alegremente diciendo que estaba lista, no quería hacerla esperar deseaba salir de ese lugar, pero no podía algo me lo impedía, por más que ella me dijiese que estaría en el D’Onofrio en Media hora, sabía que yo no estaría allí, había algo en todo ello que me hizo quedar.
Ahí fue cuando comprendí que equivocado estaba en cuanto a ver a los demás, me puse a pensar un momento que estaba haciendo, que se suponía que yo hacía en ese lugar, mi labor ahí no era ver cómo estaban los demás sino era estudiar, no iba a dejar que nadie me fastidiase ni ellos, ni la presencia de mi ex, no había un porque el yo huyera de ahí.
Ya eran las 11.30, terminaron las clases, vi que mi amiga me llamo 15 veces y mando 8 sms, pero no me sentía culpable, estaba enojado pero no sabía el porqué, es mas quería llamarla para decirle que no iría, que no me interesaba saber nada de su vida, que es mas no podía seguir con los juegos de coqueteo entre los dos, pero no, no lo hice.
Solo atine en ir al servicio lavar mi cara y pensar en lo que haría, no podía hacer nada, estoy atado de manos, mi cabeza ya no sabe que pensar, me di cuenta que hace mucho no daba frente a los problemas, que mas bien solo buscaba evitarlos, un claro ejemplo es ver a mi ex, como una persona a la que no puedo hablar, ya había pasado el tiempo, ahora solo quedaba resignarse y terminar el problema, como mi amiga me dijo la noche anterior, yo tenía que aceptar lo que me pasaba, me ponía mal una frase demasiado inquietante, que hacía referencia a la “inocencia ” de ella, en la cual en palabras sencillas me indicaba que ya todo había acabado, y por más que uno quisiese revivir algo que paso, no se puede.
Hace poco llegué a una gran conclusión, que es ya un tanto conocida entre las personas: “Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”, muchos dirán que es cierto, otras u otras dirán que estoy repitiendo algo que todos sabemos, y que en el fondo y en la mayoría de los casos ese tipo de pensamientos pasan por nuestra cabeza.
La espera siempre fue simple, yo la veía y ella me saludaba, acordábamos “inocentemente” vernos más tarde y punto, sin muchos trámites ni demoras.
Sonó el celular, era ella, mi amiga, ya no la podía evitar, conteste le dije que en 10 minutos estaría allí, y que me disculpara y se pida una copa de ron con pasas, bromeando siempre sobre que ya todo había terminado, ella creo que se dio cuenta, me dijo que ya era muy tarde, no sé hasta ahora si lo dijo por lo que le había contado la noche anterior o por mi tardanza.
Zafe de universidad lo más rápido posible, llevando una última imagen de la persona a la que quise tiempo atrás, prometiéndome a mi cerrar ya ese capítulo de mi vida, antes que terminase de otra forma, al llegar, me recibió alegremente, había cambiado como yo la recordaba.
Fue ahí cuando me dijo: Ella nunca sabrá cómo es que hubieran sido las cosas si es que tu hubieses vuelto a confiar en ella y poder hablar, Y creo que guardaba algo de razón lo que me dijo , pero hubiera preferido quedarme en la ignorancia después de esta conversación que me quitó el sueño tan bruscamente. Pero las sorpresas siempre van y vienen y uno nunca sabe lo que una chica puede hacerte ver cuando un hombre no lo puede hacer, o lo que puede confesarte una chica después de mucho tiempo, te sorprenden con reproches o tal vez te dan la razón. Nunca se sabe que tan simple o complicado puede ser, y por eso algunas personas evolucionamos, APRENDEMOS DE LOS “ERRORES” PERO NOS SIGUE “LLEGANDO AL PINCHO” SI ESTAMOS HACIENDO BIEN O NO.
Es curioso cómo se conoce la gente pero
siempre hay un suceso gracioso o una anécdota que contar pero siempre hay algo
que decir. Sole y yo somos amigos desde que tengo memoria o tal vez desde
siempre. La primera vez que la vi fue porque su madre es amiga de la mía desde
el colegio. Y es así como la conocí, Sole vivía a pocas casas de la mía así que
casi siempre iba a mi casa o me obligaban ir a la suya. Aunque suene paradójico
yo la aborrecía hasta el punto de decir basta.
Estudiamos juntos los primeros años de primaria hasta que su padre consiguió un
mejor trabajo y no sólo se mudó de mi
barrio allá por San Camilo, sino que también de colegio al otro lado de la
ciudad así que perdí todo contacto con ella por muchos años.
Por esas casualidades de la vida nos volvimos a encontrar en secundaria. Qué
distintos éramos de aquellos niños que se hacían la vida a cuadritos pero que
se la pasaban muy bien. Al reconocernos después de años en el salón hicimos lo
que hace cualquier adolescente a esa edad: nos ignoramos. Al ir creciendo,
tuvimos fines distintos como los juegos, la música, hobbies y amigos, aunque
uno que otro teníamos en común.
Fue en Tercer Año, si lo recuerdo bien, que Eva (la chica de la cual estaba
enamorado) me hizo la vida a cuadritos sin razón alguna (con ayuda de Sole).
Poniendo goma en mi asiento, manchándome la camisa de liquid paper y ese tipo
de cosas que no me acordaba hasta que empecé a escribir este post. Más de una
vez casi pierdo el control pero nunca lo hice porque eran mujeres pero ganas no
me faltaban, Sole pasó a ser una mala imitación de Eva, una especie de copia
barata y lo peor es que estaba enamorado de Eva desde los pies hasta los
rulos de mi cabeza.
A pesar de que Eva buscaba siempre herirme con alguna broma pesada lo hacía
tal vez porque sabía lo que sentía por ella. Yo le dejaba poemas, cartas,
dibujos, chocolates, etc. Es más, creo que empecé a escribir por ella. El
tiempo siguió pasando hasta que el grupete de Eva le hizo una broma pesada a
Sole, aunque nunca me contó supongo que debe de haber sido grave porque a raíz
de eso se distanciaron bastante. Con la hormonas en explosión y efervescencia
adolescente le dije a Eva todo lo que sentía por ella y me respondió con un
rotundo ¡no! y no sé cómo todos mis compañeros terminaron viendo mi papelón
triste y con la cabeza gacha me sentí el hazme reír del salón y porque no del
colegio.
Por irónica que es la vida el profe de Mate tenía la estúpida costumbre de
sortear los asientos y a mí me toco con Sole. Los primeros días fueron
incómodos pero fueron las historias graciosas que siempre tenía que me hicieron
olvidar y sanar las cosas que me hizo alguna vez.
Fue el último verano antes de acabar el colegio que me llamaba a mi casa y
planeaba salidas en grupo con chicos del cole o solos a los juegos mecanicos, pelas
en su casa, tomar helados, ir a fiestas y sin darnos cuenta nos hicimos mejores
amigos. Justo tres semanas antes de comenzar el primer día de clases la noté
cambiada, estaba espectacular. Ya no era la niña insoportable, ni la sombra de
Eva, ni la chica fea ni linda, era Sole en todo su esplendor adolescente.
Pero el amor nos distanció de nuevo cuando se volvió enamorado del chico más
popular de la escuela y yo que estaba de novio con “X”.
Ya no habían llamadas telefónicas, ni salidas de grupo ¿Ya no éramos amigos? Se
lo pregunté una vez y me pidió que la entendiera ¿Pero me entendía a mí? O es
que acaso necesitaba de ella, nunca lo sabré pero la extrañaba y eso era
suficiente.
Al terminar el colegio, el idiota con el que estaba la dejó sin terminar con
ella, sin avisarle, yo ya dentro de la universidad, habia ingresado a Derecho, ella empezo a trabajar ya que poseia un gran talento como estilista, luego de su ruptura con el idiota, yo estuve ahi cada vez que me necesitó. Volvieron las llamadas, las salidas (las entradas) y de más mientras yo
trataba de equilibrar mi tiempo entre “X” y Sole. Hasta que después de cuatro
meses dos fines de semana “X” me dio el adiós: estaba enamorada de otro chico y
yo tenía que dejarla ir. Así que con Sole pasamos más tiempo que antes, siempre
intentábamos hacer cosas nuevas como la vez que entramos al circo sin pagar
(¿te acuerdas?). Pero como siempre lo hecho todo a perder pensé, ingenuamente,
que si éramos tan buenos amigos podríamos ser novios. Nunca me respondió
simplemente me dejo de hablar por tres largos meses (verano) hasta que volvimos
a encontrarnos en una fiesta de un amigo en común conversamos y le prometí nunca
más decirle lo que siento por ella (hasta el día que regrese, eso quedo en mis
pensamientos) y poco a poco todo volvió a la normalidad. Nos volvimos como pan
y mantequilla, Batman y Robín, inseparables, como un niño con su pelota, pero
como todo en mi vida no puede tener un final feliz cierta tarde de las que
duran poco y duelen mucho me conto que se iba a Lima que le había salido un
trabajo muy bueno allá y que se iba en un par de semanas y sin más ni más se
fue… y salió una vez más de mi vida. Han pasado dos años que no la veo y sólo
hablamos por Messenger.
Hola... aún no sé cómo te llamas, aún no sé cómo te
conoceré, aún no sé en qué circunstancias habré de verte, a decir verdad aún no
sé absolutamente nada de ti y cualquiera que lea esto puede pensar que estoy
loco por escribir algo que por el momento no tiene destinataria fija. Lo único
que sé es que ésta carta es para ti: “mi futura enamorada” y por lo tanto tarde
o temprano (tal vez más temprano que tarde) MI FUTURA EX.
Como dije, aún no tienes nombre para mí, pero puede
sin embargo que ya te conozca y por el momento seamos solo amigos, conocidos o
compañeros de la universidad; o tal vez no seamos precisamente amigos y por el
contrario me odies, te parezca creído, te deba dinero (y por eso quizás me
odies), o en un erróneo pero probable prejuicio tuyo, creas que soy medio gay
por escribir webada y media en un blog, y que me guste una que otra canción de Sin
bandera en un lejano y oscuro pasado mío, en el cual esos ritmos estaban de
moda. (Dios, no puedo creer que lo haya confesado públicamente).
Sea cual sea el escenario, no importa sinceramente tu
procedencia. Lo único que importa es que de antemano te quiero pedir disculpas
ahora, porque en su momento seguramente no me las aceptarás. Discúlpame por no
colmar tus expectativas, por haberte hecho perder el tiempo, por ser un
pusilánime que no acepta correr riesgos, por hacerte pensar que un durazno
verde tiene un mayor coeficiente intelectual que yo, por ser un insensible,
desgraciado, mal hombre, canalla, o cualquiera que sean las frases y adjetivos
peyorativos con los que efusivamente me califiques delante de tus amigas las
cuales tal vez por solidaridad secundarán tus ofensas hacia mí. Todo esto
obviamente después de que dé por terminada nuestra relación.
Claro está que me reclamarías de esa forma tan
elocuente, siempre y cuando en el poco o mucho tiempo que estemos juntos, te
enamores de mí. Pero como eso –por lo menos en mi caso- no es muy común que
suceda, también existe la opuesta posibilidad de que vayas a comenzar una
relación conmigo sin el menor resquicio de amor, ya sea por despecho, o por
pasar el rato, o por no estar acostumbrada a la soledad, o por apuesta (que
seguramente perdiste), o porque te choteó algún amigo mío y me tomas a mí como
improvisado premio consuelo, o bueno; sin ánimo de ser tan pesimista sino mas
bien realista, tal vez comiences una relación conmigo sin muchas esperanzas de
que funcionemos como pareja pero con un ánimo medianamente optimista de darte una
nueva oportunidad en el amor.
En fin; si alguno de los anteriores o alguno similar
es el caso, entonces créeme que más que un daño me harías un favor, me quitarás
un peso de encima al saber que no te afectará tanto cuando te diga la gastada
pero infalible frase: “EL
PROBLEMA NO ERES TÚ…SOY YO” que los humanos de todas las razas,
etnias, condiciones sociales, y edades, usamos como último –y a veces único-
recurso para finalizar un amor baldío.
…Solo Dios sabe en cuántas lenguas se
habrá traducido ese milenario“El problema no eres tú…soy yo” y más aún, a
cuántas personas habrá salvado…
Ya que nos estamos sincerando déjame decirte que soy
algo cobarde para terminar relaciones, y creo que es un padecimiento
generalizado entre muchas personas de mi entorno, es decir: Cuando sabemos
–algunos amigos y yo- que una relación debe de acabar; por alguna extraña razón
preferimos que sean ustedes –las mujeres- las que digan “ya no te quiero”, ”no me busques más”,
“me gusta otro chico”,“soy lesbiana” o
no sé, cualquier cosa que nos quite el cargo de consciencia de haberle roto el
corazón a alguien –o por lo menos de pensar que lo rompemos- o en su defecto,
simplemente para hacernos los ofendidos.
Por lo tanto lo más probable es que haga todo lo
posible para que seas tú la que se aburra de mí, utilizando ruines tácticas en
pro de tu desilusión y de mis egocéntricos intereses anímicos: Dejaré de
llamarte al celular, te diré que estoy ocupado cuando quieras verme, preferiré
quedarme en casa un sábado viendo una maratón de DR HOUSE en
vez de acompañarte a tus reuniones de amigas, buscaré cualquier excusa para no
ir a tu casa al punto de decirte que tengo que comprar figuritas para llenar mi
improbable álbum: “El fascinante mundo del caracol”…no lo sé. En
ese momento algo se me ocurrirá. ¡Pero de que te aburres, te aburres!
Así endosaré a tu cuenta sentimental, la módica
factura de “cortar conmigo.” Sin roche nomás me lavaré las
manos de ese trabajo sucio. Haciéndome la víctima, fingiendo sorpresa ante tu inevitable
“Jesús, lo siento pero esto no va más”. Simulando ante esa frase la
más cruda indignación al mismo estilo de mujer maltratada en talk show de Laura
Bozzo, y en un extremo de conchudez yo te responderé casi con lágrimas en los
ojos algo como “No puede ser que me digas esto… ¡seguramente hay
otro!.. -y si efectivamente hay otro y de casualidad acierto, eso te
hará sentir más miserable aún- …Y yo que estaba preparando algo
especial para nuestro aniversario”… -Frase que me diré a mi mismo pero
en voz alta para que me escuches, obviamente con la mirada perdida en el
vacío-.
Claro que no podré exagerar tanto porque qué tal en
una de esas te conmueves con mi histrionismo y decides darme una nueva
oportunidad… no pues, no puedo correr riesgos.
Chamba es chamba, lo justo pe’ varón… “Bisnes
son Bisnes”.
Dejando de lado las escenas tragi-cómicas que se me
cruzan por la mente, puede que no sea difícil que te aburras de mí sin que yo
haga ninguna de las cosas antes mencionadas, y seguro no será necesario que
terminemos yo con el rótulo de víctima ni tú con la de victimario frente a
nuestras amistades. PERO DE DARSE EL
CASO DISCÚLPAME TAMBIÉN POR ESO, POR SER (POR QUE VOY A SER) TAN MIERDA
CONTIGO.
Una prueba de que mis disculpas son sinceras es ésta
carta, una suerte de “MEA CULPA” declarada y confesa que me roba ahora mismo,
horas de sueño.
Si te escribo ésta carta hoy; no es sólo para
excusarme por lo que haré, sino también para explicarte el porqué lo haré, y
más que nada lo hago con la esperanza de que me entiendas, así no compartas mis
ideas que en su mayoría son desvaríos…por lo menos quiero que me entiendas.
Hoy –y no hablo de éste día en particular sino del
Tiempo Presente- tengo la seguridad de que sea en el momento que llegues, sea
como sea que te llames, sea cual sea el tiempo que estemos juntos, seas como
seas por dentro o por fuera… No terminaremos juntos atorándonos con perdices
por la eternidad como terminan empachados los protagonistas de los cuentos infantiles.
Y no es algo personal, me refiero a que, no es que
contigo sepa que me irá mal y con la que siga después de ti quizás me vaya
bien. Hablo de ti Futura Ex como algo abstracto, como las que
vendrán después, no sé cuántas…
Hoy estoy tan decepcionado del amor de pareja que no
me quita el sueño pensar en cuándo llegarás, la verdad ya ni me acuerdo cómo se
siente esa ansiedad por ver, tener, o querer a alguien. No es un decir o una
frase populachera; créeme, LITERALMENTE ya no recuerdo qué se siente estar
enamorado. Y ahora, por más que suene a la más irónica joda, lo digo en serio: “El problema no eres tú, soy yo”
ES CIERTO TENGO UN
PROBLEMA, PERO NO SIEMPRE FUI ASÍ ¿SABES? Yo también me he enamorado, tal vez con más
intensidad que muchos. Me he enamorado no una, sino muchas veces, el detalle
fue que me enamoré muchas veces pero de una misma persona, es decir en varias
etapas y grados (mismo terremoto con posterior tsunami) y eso fue tergiversando
mi concepción de la palabra “amor”. Hasta llegar hoy a significar tan solo un:
amor = idealización.
Creo que todos -seguramente también tú- tenemos a
alguien en la memoria que marca un antes y un después en la vida afectiva de
cada uno. En mi caso te diré que más que marcar, esa relación borró algunas
cosas. Borró por ejemplo la sección “SER
DETALLISTA” en mi sistema, ese chip ya caducó en mi cerebro y a diferencia
de los celulares, éste no tiene portabilidad para poder mudarme a otro
operador.
Por otra parte, en lo que se refiere a sacrificios,
antes por ejemplo podía correr kilómetros desde mi casa hasta la suya en medio
de una enardecida huelga de transportistas solo para cuidarla de unos leves
indicios de gripe, ahora en cambio a menos que sufras algo parecido al virus
del Ébola, difícilmente tomaría un taxi para ir a verte si estas enferma.
Antes podía sentir una extrema adrenalina verte en
clases o tal vez encontrarte en algún lugar a solas, ahora sin embargo no
podría entrar ni siquiera saber algo de ti.
Como dije antes, ya no recuerdo lo que se siente estar
enamorado, dibujar corazoncitos en las últimas páginas de mis cuadernos con mi
nombre y el de alguien más dentro, o sentir el estrés de ver que se acerca otro
aniversario y querer hacer una cena romántica pero darte cuenta que tu nunca
tal vez dejes de ser una niña.
…Claro que no recuerdo como se sentía eso, de lo único
que estoy seguro es que era una sensación muy rica. Es como que seas viejo(a) y
recuerdes la primera vez que te subiste a una montaña rusa, no puedes volver a
sentir esa adrenalina pero sabes que fue increíble…
…TENGO MIEDO FUTURA
EX, MIEDO DE NO PONERME NERVIOSO CUANDO TE VEA LLEGAR A UNA CITA, MIEDO DE
NO ARREGLARME EL CABELLO DISIMULADAMENTE Y PONER MI MEJOR CARA DE GALÁN DE
FERIA MIENTRAS TE ACERCAS. TENGO MIEDO DE QUE ME DE IGUAL QUE ME VEAS EN BUZO O
EN TERNO. DE NO PODER VER A TRAVÉS DE TUS OJOS… Y DE QUE PARA LOS MÍOS SÓLO
ESTÉS RICA, MÁS NO BONITA… MIEDO DE NO DECIRTE
CURSILERÍAS AL OÍDO, Y MÁS MIEDO AÚN DE QUE DE HACERLO NO ME LAS CREAS… PORQUE
TODAS ESAS COSITAS TONTAS, ESOS DETALLES EN LOS QUE POCOS SE FIJAN HACEN
(HACÍAN) PARA MÍ, DE LA NADA UN TODO.
Pero por sobre todas esas cosas de lo que tengo más
miedo o tal vez será preocupación no lo sé, es de algo bastante simple pero que
me tiene dando vueltas en la cabeza cuando pienso en ti, y es el motivo
principal por el cual empecé a escribir este post:
…TENGO MIEDO A
ESTAR EQUIVOCADO EN TODO LO QUE DICE ESTA CARTA. Y que cuando llegues
cambies por completo mi actual y fatalista filosofía con respecto al amor, que
cambies mi plan pre-establecido de ruptura al cual mentalmente ya me he
preparado, miedo de que me sorprendas con alguna manía tuya o llames mi
atención más que el común denominador de mujeres, de que de alguna manera hagas
que quiera arriesgarme de nuevo a enamorarme, que me ponga nervioso al verte,
que me guste conversar contigo, miedo de que sin proponértelo enmudezcas con un
beso este extraño dolor y desconfianza que siento, que para gustarte un poco
más este dispuesto hasta a usar crema humectante, hidratante y porqué no,
también exfoliante… que me hagas creer de nuevo en los detalles, que gustoso
también haga algunos sacrificios… QUE ME
SAQUES DEL ARRESTO EMOCIONAL VOLUNTARIO AL QUE HOY ESTOY SOMETIDO; Y QUE CUANDO
LLEGUES, ASÍ COMO LA MAYORÍA DE COSAS EXTRAÑAS Y BUENAS QUE ME HAN PASADO…ME
ENCUENTRES DESPREVENIDO.
Esos son mis miedos. De leer todo esto supongo que
pensarás que es el peor currículum con fachada de carta que jamás has visto, y
puede que no estés equivocada. Puede sin embargo que de algún modo te interese
la sincera conchudez con la que me desnudo emocionalmente en éstas líneas y aún
así estés dispuesta a conocerme. A conocerme verdaderamente. ¿Estarás
dispuesta? Aún no lo sé.
DE CUALQUIER MODO LO
AVERIGUAREMOS CUANDO LLEGUES… FUTURA EX.
A veces suelo creer en el destino,
otras tantas en la casualidad; no obstante, estaba seguro de volvernos a
encontrar, R. No sabía cómo, ni cuando, simplemente lo presentía y eso bastaba.
Fue un Miércoles por la tarde, aun no terminaba mi trabajo de “Teoría del
delito”, cuando irrumpiste en la ventana del Messenger, con un Nick tonto, el
cual no pude decifrar: “boina gris “, dejo algo intrigado, lo busque por
google, para tratar de encontrar algún significado; era sin lugar a dudas, un
poema de Neruda, aun no conocía tu fascinación por él, Octavio paz, Benedetti,
Bueza, entre tantos. Solo eras una chica distante y dolorosa, con la que Salí
algún tiempo, tan lejana y sencilla, en un mundo aparte, y tan cercana en el
mundo de la red. Mi orgullo quebrantado me impedía hablarte; sin embargo; todo
mi ser me subyugaba a saludarte, pero mi ultra ego pudo mas, y no lo hice.
Al otro lado del monitor estas tu,
deprimida, desconsolada, necesitando un abrazo, un balazo, un amigo, alguien
con quien hablar, que te escuche, y que no busque tus labios a cambio. Hasta el
día de hoy, no sé si fui tu segundo plato, tu mejor elección, peor elección, o
el único que estaba disponible.
Escribiste un hola, con una carita
feliz, que disfrazaba tu tristeza, melancolía.
-¿Qué haces?
-Terminando un trabajo de “Teoría del
delito.”
-¿Que planes para mas tarde?
-Ver Tele y dormir.
-jajaja, que aburrido, ¿Quieres ir
a dar un vuelta?
-Seria genial, vamos por unas
hamburguesas y unas latas.
- No, mejor tomemos un café y unos
cigarrillos.
- Ya chévere, ¿A que hora?
-A las 7 pm, okas.
-Pero, ¿Y Gabriel?
-Terminamos, ¿Salimos o no?
-Esta bien, a las 7pm, ¿En el cruce
de las avenidas cerca de tu casa no?
-Si, me parece bien.
-Ya, okas te dejo, voy a terminar
mi trabajo.
Me desconecté, traté de parecer
relajado, no sé, si lo notaste, quizás algo sobreactuado. No iba a terminar mi
trabajo, mire mi reloj y salta a la ducha; una vez en el baño entré en el
clásico dilema existencial dejarme la diminuta barba, de la cual era presa o de
dejarla liza. Decidí, borrarlo del todo, escogí una de la camisa nueva que
había comprado, un pantalón negro, y esperaba impaciente, que el reloj avance
para ir a verte.
En cambio tu, no tenias prisa,
mirabas en el Messenger, otras opciones, para cancelarme con un: “ya, es tarde.
La dejamos para otra ocasión”, pero parecía ser, que nadie estaba disponible,
fuiste al baño, te lavaste la cara, te pusiste una ropa casual, volviste a
mirarte al espejo, Exclamaste : “ Ya vuelvo, madre, voy a la U.”
Llegue siete minutos antes, suelo
ser puntal, y los demás casi nunca los son conmigo; los minutos avanzaban y no
venias, cuando mire el reloj habían pasado diez minutos, temí que me hubieras
dejado plantado.
Me viste parado en esquina dando
vueltas, mirando mi reloj, reíste, sabias que llevaba minutos esperando, aun
así caminabas lento, mientras te arrepentías de haberme citado, cuando una
parte quería verme, me viste caminando, como abandonando el lugar, y entonces
te vi.
Al verla, me encontraba nervioso,
la miraba, y no era ella, lucía unas corrientes sandalias negras, unos jeans
del mismo color, y una polera gris para hacer contraste, tenias el cabello mas
negro que la noche, recogido y algo sucio, sabias que no estabas presentable,
pero no te importaba. Estábamos los dos juntos parados en una esquina, mudos,
atónitos, sin nada que decir.
Rompí la tensión diciendo “pensé
que no vendrías”; me miraste y dijiste “Siempre llego tarde, siempre”.
Caminamos, a paso lento. Caminamos por caminar, no sabíamos a dónde íbamos, parecía
ser inercia de nuestros cuerpos; compre tus cigarrillos preferidos, una Coca –
Cola y te pregunte si deseabas algo: “Un agua mineral está bien”- pronunciaste.
Caminamos, mientras me contabas lo
furiosa que estabas con tu madre, no la soportabas mas, habías discutido con
ella, aunque te sentías mal por eso. Nunca me contaste el porqué; quizás fue
por la noche que llegaste ebria a casa, tus constantes tardanzas, o por eso
chupetón en el cuello que no pudiste explicar.
Yo te hable de mis proyectos a
futuro, las miles de aventuras del verano que había terminado, de la pelea que
tuve con mi enamorada con la que a veces no sé si es mi enamorada o una
desconocida a la cual amo, como las había regado antes del día de los
enamorados, de los regalos que colecciono, creo que nunca los entregare
comente, también hablo de las fiestas en la casa de playa de René, de mis
amigos, de la universidad, y sobre todo creo que fue efecto dominó con mi enamorada, el
cual me confunde mucho, lo que te intereso. Luego ninguna de mis historias parecía sorprenderte te
parecían cotidianas; mi vida en conclusión, te parecía el remedo de la vida de
un chico normal.
Por extraño que nos parecía, de
alguna forma seguimos saliendo, pero no como las primeras veces, había algo
extraño, que nos conectaba. Causabas unas nuevas y extrañas sensaciones en mí.
Los Jueves de pronto, empezaron a ser días oficiales de caminatas sin sentido,
cigarrillos y unos cuantos cafés. Cierto día, me hablaste de Julio, tu mejor
amigo gay, y el único hombre en que confiabas, nos sentamos en un parque, que
me gusta creer que descubrimos juntos y cada vez que paso por ahí, aun me
recuerda a ti.
Había días que yo no podía dejar de
hablar, y tu querías caminar en silencio, otras no me dejabas hablar, y a veces
hablabas y yo no te escuchaba, porque cada vez que te oía, me sentía
decepcionado, no comprendía como una chica tan linda como tu, había “experimentado
todo” en su precoz adolescencia, que estaba terminando.
Me contaste acerca de Solange tu
mejor amiga, a la cual apreciabas mucho, y que una cierta tarde-noche, besaste
bajo la influencia de algunos estupefacientes, y podrías haber llegado a algo más,
si no fuera, por tu amigo incondicional Julio, me hablaste de Marco, tu primer
gran amor, quien había terminado contigo y te había dejado destrozada, de
Mauricio tu ultimo novio, y de los cuatros chicos que besaste en una noche.
A pesar de todo R, tenias algo que
no podía explicar, una tarde Otoño, sentados un parque después de haber
escuchado tus cientos de alocadas historias, me costó cerca de un mes y medio,
lo que a otros chicos les tomo menos de una noche, mientras mirábamos una tarde
anaranjada el cielo, me arme de valor, y pude besarte, me besaste, te mire, y reíste
nerviosa, después hice un comentario, acerca de tu cabello, y dejamos el tiempo
pasar.
Es mejor que nos hallemos lejos los dos, ya tu por tu camino y yo volviendo a seguir por el mio, todo esto que paso tal vez ni lo recuerdes, pero hay algo en ti que no puedo olvidar.
Figúrate que el último viernes, después de haberte aburrido con
nuestra última charla sobre nosotros, encontré, al volver a casa, el atardecer
que mirabas desde tu ventana. Me acompañó un rato, y como todo lo fugaz,
desapareció. Después sobrevino la noche y otra vez éramos tú y yo caminando
cada uno por su lado en un tiempo imaginario.
Te hubieras visto, dulce como indiferente, luminosos tus
dominios cercados por tus pasos distraídos que tiñen de belleza tu distancia
natural. Un chorro de pileta desenfocaba el encuadre verdinoso de tus pasos.
Soy ciego en el detalle y los rostros, pero experto en distancias y siluetas. Y
ver un esbozo de ti a lo lejos, viejos ensueños, ligero recuerdo que no se
borra, hizo que apure el paso para que no escaparas.
Extrañamente, si no nos cruzamos los miércoles, nos vemos los
viernes. Estamos vetados los demás días. "Si los horarios no se cruzan, no
se cruzan", tú dices. Apenas cruzamos palabras, nerviosos, te miro un
poco, quizá mi deseo egoísta es que suspendan tu clase y conversemos en los
pastizales, con la cómoda excusa de esperar a tu amiga, para que te acompañe en
tu salida.
Que todo sea casualidad y nadie busque a nadie, solos nos
encontramos, como te dije una noche.
Husmeaste por la ventanilla de la biblioteca para comprobar
si aun se encontraba el encargado, luego fuiste a una de las computadoras para
ver si estaba libre. Pensaba que ya conocías los usos y costumbres de la
facultad, todo indicaba que no mucho. Era el tiempo muerto de tus martes;
esperabas que tu amiga saliera de sus clases dentro de la universidad, donde
lleva ya dos ciclos estancada con el mismo profesor.
Mi aterrizaje causó en ti un sustillo, sentí el chispazo de
tus hombros de sabor vainilla. Tu asombro fue tan natural que parecía
practicado incansables veces con los avezados que, me entero a veces, te
quieren besar.
Qué novedades, me pedías. Mis novedades desaparecen
inmediatamente si me las pides, no sé, me hago un manojo de nervios y recuerdo
detalles intrascendentes de mi vida de por sí aburrida. Tú me sorprendes
primero, me cuentas del extraño dolor de rodilla del que hablas poco para decir
demasiado.
Conversamos un poco de ello y siento que debo cambiar de
tema. Te pedí, casi obligué, que me acompañes a buscar los salones de estudio.
Debía presentar un trabajo ese día, me quedaba un cuarto de hora y no había
escrito nada. Era sobre el conflicto del que se vive en el VRAE, esos esbirros terroristas
cocaleros querían tomar el poder y quieren invadirla.
Me acompañaste a buscar el salón donde tenía que presentar mi
trabajo. Creo que en tu ciclo, el tema de los derechos aun no es cosa de
estudio, no te piden muchas lecturas (disculpa el prejuicio); sin embargo,
espero que te sirva el dato de los lugares para leer, estudiar, dormir y
pensar. Mi intención era que ese elefante blanco que es la facultad fuera para
ti menos inhóspita de lo que a primera vista parece: un Titanic de cemento
anclado al jardín.
Sólo que todavía no publican mi lista exacta de docentes. Era
la segunda semana de clases y no estaba la lista de los condenados docentes.
Maldije al decano. Volvimos, caminamos a lo largo de la sombra y llegamos al
sol que ardió molesto cuando nos vio pisarlo de vuelta. Pisar el sol a tu lado
y volver inmediatamente al fresco fue la rendición que disfrutamos.
Te sentaste cerca de las hierbas, allí donde toda la facultad
pasa apurada sin mirarnos, me sentía reconfortado en las perlas de tus ojos y
deslizado en la viva montura granate de tus antiparras. Esas lunas gigantes
reflejan mi cara, escudan tus ojos, tan negros y limpios que los miro más de lo
permitido. Te hubieras visto, ¿la luz del sol aprendió a rebotar en las sombras
o tú te iluminabas sola?
Y qué novedades, volviste a preguntar. Te conté que de venida
en el micro un aprendiz de "choro" me quiso robar el celular y terminé
dándole consejos, dos soles para su pasaje y un par de chistes de callejón.
También me pediste que te cuente el lío que hay en mi salón, porque siempre se
crean peleas en las matriculas, le dije que todo el mundo desea estar en la
mañana. La UPT es un fiasco total, no sé porque aun sigo estudiando, solo se
sobre el convenio que tengo con el Rector, ninguno tiene la razón, sólo los
abogados la tienen.
Te pregunté qué harías por estos días. Sólo hablamos de la
fiesta del miércoles en casa de tu amiga, que gracias a todas las divinidades es
amiga mía también, no había nada más que aclarar. Luego recuerdo el porqué no
te hable durante toda una semana, fueron aquellos post que vi en tu muro del Facebook.
Como no tienes que explicarme si sales con un chico o si otro te escribe desde
lejos, si ya se han visto, por qué aquel te llena la biografía del Facebook o
si por todo eso te odio secretamente y me engaño barnizándote con palabras
celestes. Me importan esos minutos que paso contigo y te siento mirar como yo
te miro, y ausculto en tus ojos, uno por vez. Es imposible mirar a los dos ojos
e intercalo, aprecio e intercalo, uno a uno. Cada farol tuyo queda marcado que
todavía lo recuerdo mirándome lejano tras las S escondidas de este texto.
De repente, escucho un redoble de tambores y un sonido
marcial, son las botas de tu amiga que se acerca. Tenemos que despedirnos. Yo
me voy, si hubiera sabido que tú te ibas a ir tan lejos, te hubiese escrito
antes y te hubiese perdonado mis disculpas, siento mucho todo esto, ya que tú te
vas a caminar sin pensar en mí.
___________________________
Esta historia aunque un poco atrasada, me permite rememorarte y decir que estarás
en mi mente hasta que otra persona me haga olvidarte, como tú lo hiciste de las
demás.
Las X enamoradas siempre me van a producir una cierta
incomodidad. Debe ser porque casi siempre no quedamos en buenos términos de comunicación.
De haber sido mejor la forma de comunicación entre nosotros, yo creo que ahora
no habría ningún problema, es más, con algunas de ellas tengo una especie de
lejana amistad.
Pero cuando terminan con uno te vuelves alérgico a esta
persona. No quieres verla, que te la nombren ni saber un detalle de su vida
soltera y feliz. La sola idea de encontrártela en algún lado donde no la puedes
evitar, y ser testigo de lo mucho que se
divierte con sus amigas, con el tarado por el cual encontró, un nuevo novio, te
enferma (y no es como en Friends, donde después de terminar todos vuelven a ser
amigos como si nada hubiera pasado, en la vida real esto no funciona así).
Entonces decides quedarte en casa, aunque no logras
concentrarte en nada. Prendes la televisión y pasan la última película que
vieron juntos, prendes la radio y todas las canciones son de amor, hasta ahora
no entiendo el porqué todo en este mundo gira alrededor del amor, aun suenan
las que tu todo embobado le dedicaste en la noche de los tiempos. De alguna
forma tienen que ver contigo y tu desgracia sentimental. Te escondes bajo la
cama, tienes pesadillas, peleas con la almohada, sudas, te deprimes, no pruebas
bocado, no estudias, no reaccionas, y sobre todo no quieres conocer a ninguna
otra chica.
Si logras dormir, al despertar te dirás a ti mismo que odias a tu ex, aunque en
el fondo sabes que es mentira: desearías odiarla, seguro pero aun la quieres y
quizás más que antes, pero esa idea ahora te parece inaceptable.
Pasarán algunos días, unas semanas, e incluso un par de
meses para que te dejes rescatar por tus amigos que siempre han estado contigo
(y porque falta para la “chancha” de la chela). De no ser por ellos aun
seguirías en casa, probablemente recordando los miles de momentos que pasaron
juntos y de los que ahora solo te quedan los recuerdos: un Cd de tu grupo
favorito, un peluche de felpa, algunas fotos, ciento de poemas que nunca entregaste
y un post que escribiste a última hora (a riesgo de ser golpeado).
Desde que han terminado, se han cruzado dos veces fuera del
la universidad, tres en la biblioteca de la Uni. , una en el autobús y otra más
en el centro, sin contar los dos restantes que se cruzaron por la calle sin
saludarse. De pronto piensas que la ciudad es muy pequeña para ambos o el
destino se esmera en recordarte a la persona que perdiste.
Han pasado casi tres años de mi extraña relación con X-1 (Ana),
con la que estuve casi tres meses. Se podría decir que fue mi primera enamorada
de a de veras. Tanto tiempo ha pasado desde entonces que no me apena decir que
me enamoré de ella (de sus grandes ojos café, de su peculiar voz, su extensa
cabellera rizada, sus largas piernas contorneadas y de su sonrisa infinita) no
perdida sino perdedoramente. La decisión de terminar con nuestra relación, me
cambió por completo y debo admitir que ha habido un antes y un después que me
ha hecho mejor persona y un peor escritor.
A pesar de sus primeros burdos intentos y después de los
errados intentos míos por ser amigos, nunca llegamos a amistarnos o perdonarnos
del todo, por esas cosas que a estas alturas está de más recordar.
Eventualmente, hablábamos por Messenger hasta que cada cierto tiempo decía que
cada nuevo novio que tenía le prohibía hablar conmigo, según recalcaba ella.
Me enteré después por curiosidad, o ese masoquismo que
caracteriza a los descorazonados, que ella era una cuasi anfitriona o modelo.
Qué lejana estaba aquella chica de los primeros años de
secundaria que usaba una extraña cola de caballo y poseía una sonrisa de
colores por los braquets que tenía y que era la sombra de su prima, que como el
mejor de los vinos fue mejorando con los años, así que tuvo una suerte de
Patita Fea o Betty la Fea. Por aquel entonces como la mayoría de chicas
suspiraba patéticamente por Sucso (Diego) mientras él la ignoraba y despreciaba
de la peor manera, no sabían que el destino les deparaba un final junto (y
revuelto).
Luego de un tiempo, pude iniciar otra relación, Fue un viernes por la tarde que
hablé por última vez con X, o mejor dicho la última vez que nos vimos frente a
frente para hablar, cansado de pedir disculpas, constantes desaires y frías
respuestas hicieron que me armara de valor para juntar la poca dignidad que me
quedaba y eliminarla del todo, como si borrarla de mi grupo de amigos la sacara
por completo de mi vida, qué equivocado estaba.
Pero cuando pensaba que lo peor había pasado y había superado el síndrome de X
por una fuerza de la naturaleza o raras leyes de la física te hacen volver a
verla dos meses después más bella que nunca. Primero tratas de perderte entre
la muchedumbre, pero ya es demasiado tarde, sus miradas han hecho contacto visual
y es realmente uno de los momentos más incómodos de tu corta vida. Tu corazón
enloquecido empieza a bombear de la impresión. De pronto, ella finge una
sonrisa de antigua complicidad. Por ese instante quieres ir a abrazarla y
decirle que el pasado ya no importa, y sin embargo algo te detiene, es la
conciencia que te hace recapacitar y decirte “sabes que ya no es tu enamorada, ella
ya no quiere saber nada conmigo”.
Un leve mareo sacude tu cabeza. Estás atrapado en una horrible escena de terror
de la cual no quisiste ser protagonista jamás. Te encuentras con tu ex después
de tanto tiempo, tienes ganas de decirle mil cosas, abrazarla, confesarle con
rabia que la extrañas, de preguntarle cómo es posible que este tan bien sin mí,
de susurrarle al oído que está más hermosa que nunca. Pero también tienes ganas
de sacarle en cara sus promesas, de pedirle perdón y perdonarla. Pero no. No,
no dices absolutamente nada sobre eso. Todo se reduce en “me ha dado mucho
gusto verte”.
Aunque es la misma chica que estuvo contigo, con la que conversabas de los
temas más trascendentales y los más bobos. Con la que exploraste algunos niveles
de pasión e intimidad, con la que hiciste planes a largo plazo sentados en la
plaza de algún parque, bromeando el nombre de los futuros hijos que tendrían, y
con la que hablaste de muchas cosas, con la que lloraste y reíste y volviste a
llorar y reír de nuevo ya no existe, ya no está más. En reemplazo hay otra
chica que no conoces que parece ser una mala imitación de ella, que bebe, fuma,
se toma cientos de fotos.
Los años la han llevado de un lado a otro en tu mapamundi emocional, de ser la
mujer más importante en tu vida ha pasado a ser una anónima, una simple X, una chica
que ahora saludas y te sientes tan incómodo como ella.
Ya no la quiero, es cierto, pero la quiero, no de la misma forma, pero de
alguna forma debe ser. La necesito o tal vez solo necesito saber de ella. No me
importa pero me jode y es que eso es lo tragicómico de esto, allí donde las
tripas no mienten, debo decir que fui un sobreviviente de ese iceberg a la
vista llamado X. En ella se van los millones de recuerdos de las noches en
que no pensaba encontrarme, y ella no tenía en mente volverme a ver.
De algún modo al escribir sobre lo que pasó es mi forma de decirle ADIOS. Con
este adiós el síndrome de X parece haber sido superado aunque le diga adiós
para toda la vida, quizás toda esa vida pensaré en ella.
Me gustan sus zapatillas, sus zapatillas converse y la
extraña forma que tiene de amarrarse las agujetas. Me gustan sus jeans rasgados
y bien ajustados. Me gusta sus camisas largas cuadriculadas, aquella chompa gris
que me encanta tanto, cual abriga tan hermoso cuerpo, siempre escondiendo sus
encantos. Me gusta cómo el humo se desprende de sus pequeños dedos y cómo se
ríe. Sobre todo porque lo hace conmigo. Me gustan sus misterios, sus silencios
y como poco a poco los voy descifrando. Me gusta tanto aquella chica a la que
tanto hable pero ahora ya no me acompaña, que no sé explicarle con palabras lo
mucho que me encanta.
No sé porqué ella ha escogido aquella clase, es acaso que me
quiere torturar viéndola tres horas a la semana, aun recuerdo cómo es que podía
hablar con ella con tanta facilidad, como es que caí una vez en darme cuenta lo
mucho que me gustaba, pero aun no lo admitía. Sin embargo, presiento que ella
ya lo ha venido sabiendo de antes. Nos acompañaba siempre una inocente conversación,
a veces algo de música y mis pequeños chistes que llenan los silencios
incómodos. Ella no toca su pasado y yo no lo profundizo, sólo sé que le gusta ver
muchos animes, y hablar aquí conmigo, y eso es suficiente.
Las conversaciones largas acaban pero vuelven, me toca de
nuevo. Ella se rehúsa a tomar la llamada y me obliga a hacerlo otra vez. El
silencio juega en contra de nosotros y las risas apelan a un amor posible. No
sé muy bien lo que digo pero sí sé que ella se está divirtiendo. Su risa me
renueva, me alegra, me llena de vida. Se parece tanto a lo que andaba buscando
y sin querer estoy hablando contigo y diciéndote como es que el mundo es
idiota, y repitiéndote que el pasado es el pasado. La gente pasa y no nos debe
de importar, somos invisibles, casi transparentes. Mientras las últimas palabras
de esta conversación caen en las tristezas de un cuídate mucho, y nunca un te
quiero.
Refugio mi silencio en el humo del cigarro, mientras ella aun
esta en comunicación conmigo con cierta complicidad. Ella toma la posta y
empieza a bombardearme con todo tipo de preguntas de las que trato de torear
con cierta experiencia que me dan los años: como nunca profundizar en ninguna respuesta
ni hablar con énfasis de alguna chica del pasado. Menciono a grosso modo las
veces que creí estar o estaba enamorado, de mis dos novias formales, de mis
mejores amigas, de fiestas y de una que otra estupidez que hice en la
adolescencia.
Quizás sé tan poco de ella que eso es lo que me gusta. Me
atrae de forma misteriosa su melancolía. cuando ella habla trata de cuidarse,
no de decir nada más allá de la cuenta, parece que analizará cada respuesta,
cada pregunta que he lanzado al aire y ella ha cogido con sabiduría. No
obstante, son aquellas respuestas simples, no trascendentes, las que nadie toma
en cuenta, con las que yo voy construyendo un perfil de ella en mi cabeza.
Sé que le gusta el cine de terror, bueno en este caso es
claro que es totalmente opuesta a mi, ya que soy un hincha del cine italiano:
La vida es bella, Cinema Paradiso y Malena. Las independientes: Blue Valantine,
Réquiem por un sueño y Soñadores. Las clásicas: Casa Blanca, Lo que el viento
se llevó y Tiempos Violentos. No es necesario pensar mucho para deducir que le
gusta el hard rock, el metal; no como a mi que se emociona con el rock en
español sobre todo porque ella no domina el inglés, sin embargo, le gustan Los
Beatles.
Entonces lo entiendo todo, comprendo que ella es distinta,
sobrenatural, una de esas criaturas que el destino te pone enfrente una sola
vez en la vida, y que si la dejo pasar es porque soy un MARICA Y UN PERDEDOR, cosas que sin duda soy, pero no esa tarde que
quiero escapar de la realidad y soñar, aunque sea un momento, que mi vida
podría ser mejor con esta mujer que ahora quiero salir con ella y decirle todo
lo que tengo guardado hace tiempo dentro de mi y no sé si me corresponderá.
Me acerco un poco más, pongo sobre la mesa el tema, es allí donde
las distancias se van acortando y ella se da cuenta de mi siguiente jugada.
Necesita un tiempo me pide que vuelva a comunicarme después con ella, que está ahora
un poco desorientada.
Poco mas terminada aquella conversación no volví a tocar el
tema. Cierta vez me la pude encontrar caminando en silencio. El silencio ya no
incomoda porque estamos juntos caminando, ninguno quiere irse, ninguno quiere
que esto termine, bueno lo creo mejor yo asi. Pero dentro de una hora será su
clase nocturna a la que ella ha faltado un par de veces ya que aun no tenía un
profesor estable. Nos dirigimos a la biblioteca, quería deshacerme de las
personas de mi alrededor y decirle en la cara lo mucho que me gusta, decirle
que todos se vallan a la mierda y nos fuéramos a ver una película, hacer algo
juntos, pero luego de que ella se alejo de mi, note que ya nada era posible con
ella-
El tiempo se nos ha escapado de las manos. Ambos sabemos que
si seguimos así no llegaremos a nada y aun así no hacemos nada para llegar a
tiempo. Ella sugiere que debería irme yo solo y a mí no me gusta la idea. Tengo
que aprovechar cada segundo adicional que tengo para besarla.
Parece que puede leer mis pensamientos, o quizás son mis
manos que empiezan a buscar las suyas hasta encontrarlas. Y en la calle codo a
codo somos muchos más que dos. El alba nos da entre los árboles.
Mi boca busca su boca, pero no la encuentra, con cierta
tristeza ella me ha evadido. Le pido disculpas y sonrío. Cuento algo gracioso,
trato de no estar molesto o finjo no estarlo. Yo trato de actuar normal aunque
quizás sobreactúe un poco. Pero no es que tampoco sea un nominado de la
academia.
Ella me mira con sus grandes ojos negros en silencio. Me da
un beso en la mejilla, y me dice, que también le gustaría besarme pero la
amistad es primero, y yo, pero yo no quiero ser tu amigo; y ella, no es por
nosotros, es por ti, tu siempre serás mi mejor amigo...
Era un largo fin de semana, donde la noche y la madrugada
eran lo mismo. Con días horizontales y ligeramente aburridos. Era yo casi
echado en cama, dando vueltas abrazado de mi almohada. Era mi dedo pulgar
apretando descontroladamente los botones del control remoto. Eran días llenos
de música ensordecedora, novelas clásicas, internet con sus redes sociales y
series cómicas en la tele. Eran días en los que esperaba encontrarme con ella
sin ni siquiera moverme de la cama o mi cuarto.
Días de maratones de los simpsons y Padre de Familia. De
noches sin sueños. Días eternos con incoherentes charlas conmigo mismo y de
cervezas solitarias en la azotea después del almuerzo. Instantes de sueños de
una mujer que sí conocía y se desvanecía al mismo tiempo. Casi había olvidado
el recuerdo de su olor, de lo larga que es su sonrisa, de sus ojos negros como
mis noches. Me había enamorado de ella y nuestras conversaciones interminables
en internet.
Pero uno de esos días se interrumpió con una llamada de Martin.
Mi compañero de armas y desahuciado en la batalla el día anterior. Lo más
probable era que su llamada se debía a una de esas juergas repetitivas. De
monólogos de ligue armados, de botellas de un ron barato, cervezas en vasos de
plástico, cigarrillos a medio consumir, más música ruidosa observando bailar
siempre a las chicas, más lindas y vagas conversaciones filosóficas entre
coincidencias y casualidades.
Martin me grita por no llegar a tiempo, lo que no me dice es
que su cita lo ha rechazado olímpicamente a quedarse a beber unas copas. Por
otro lado, yo justifico mi demora y le echo la culpa al tráfico de la ciudad,
aunque tampoco le dije que intenté llamar a R, mi chica del Facebook, y que
ella está en una reunión familiar cuando en realidad estaba paseando por las
calles de cono sur acompañada de su ex novio. Debe ser que ninguno quiere
decirle al otro que había sido ponchado.
Martin propone pasar por unas hamburguessas antes de
regresar a nuestras casas, aparentemente era un viernes sin novedades; sin
embargo, aprovechando la cercanía de los bares de la av. Bolognesi lo convenzo
para tomar unas copas. Cuando ya prestos a entrar sale un loco que empieza a
gritar: “¡La noche es mía! ¡Mía es la noche! Y de nadie más” con una bolsa de
basura en el brazo.
El loco está cada vez más cerca de nosotros. Agita la bolsa
contra los peatones y la lanza hacia adelante. Corro unos cuantos pasos, lo que
provoca la risa de Martin y de algunos extraños que pululan por allí. Sin darme
cuenta tropiezo con una chica. Le pido disculpas y sigo caminando avergonzado,
no la he reconocido, es Ana. A pesar de que he pensado en ella y la
probabilidad de encontrarnos un fin de semana en la misma calle de la ciudad
parecía remota.
Sí, sí es ella. No ha sido necesario buscarla en una
discoteca, un concierto o un bar. Ella está ahí parada delante de mí. Y no la
reconozco pero ella a mí sí, me llama por mi nombre y no por mi apellido como
hacen muchos. Me gusta la fuerza que pone cuando pronuncia la jota y la ese. Se
la presento a Martin y él la saluda pensando en la chica de la que le vengo
hablando las últimas tres semanas con cierta emoción y alegría. Pero ve a su
acompañante, la ‘P’ y sabe que no se quedará ella esa noche. Sabe que se portará
como un santo entonces, viéndome jugar mis pobres fichas por Ana.
– ¿A dónde van ustedes?, pregunta ella.
–Íbamos por unas cuantas cervezas antes de volver a casa, ¿y
ustedes?
–Vamos a recoger a una amiga a la Plaza Mayor.
Ante el malestar de Martin nos dirigimos a buscar a esa
amiga sin saber que aquella noche él terminaría besándola. Sus pesados huesos
le pesaban cuando pensaba en el largo trecho para recoger a la desconocida.
Trato de romper el silencio con algún chiste improvisado. Hablamos de cine, de
la universidad, como se encontraba en sus estudios, sin sospechas que
entretenía más a la P que a Ana.
Quizás tratando de sonar más intelectual, pero ella no se
sorprenden, también estudian lo mismo.
Era obvio que a mí me gustaba Ana y a Martin su amiga. Era
obvio para todos menos para la P, ella era el problema, pues parecía ser la
madre de ambas y por el contrario parecía ser la más tímida pero una vez en
copas era la más extrovertida y jovial de las tres. La amiga de Ana sostenía
una bolsa de papel marrón donde guardaba un macerado y tres “rubias” como
llamaba a la cerveza.
¿Dónde las pensaban tomar? Me preguntaba, ellas me dicen que
en la Plaza de Armas. Les digo que eso no se puede, que está prohibido. Y las
tomamos a la espalda del Real Plaza, ellas eran unas chicas distintas, eran
como nosotros pero mejores. Martin empezó a soltarse de a pocos y fue robándome
el protagonismo (sobre todo cuando lo vieron orinar en el jardín del hotel Tacna)
mientras yo, me reprimía las ganas de orinar y me iba quedando sin
ideas y quedaba fuera del marco de la noche.
Martin afirma que me gusta más de la cuenta Ana, porque de
alguna forma se parece a A, (una chica por la cual estuve enamorado un buen tiempo, para luego acabar por un sin razon de motivos) quizás no en sus ojos ni en su mirada, pero hay algo en ella que es igual.
Aunque sé que es verdad lo niego tajantemente. Me gusta porque ella es
divertida, espontánea y libre.
Sin embargo, cuando el macerado y las cervezas se acabaron,
las chicas llenas de coraje se dirigieron a cualquier local para seguir tomando
mientras Martin y yo esperábamos en la puerta del rock anda roll. Aun era
relativamente temprano así que las convencimos de ir a continuar de la noche en
cualquier antro de la av. Bolognesi. Pero ‘P’, la chica risueña, tenía que
irse, no había pedido permiso a su madre y la hora la comprometía a regresar.
Nos quedaríamos los cuatro solos. Aunque las chicas trataron de convencer a P
de que se quedara y ella no lo hizo. Nos quedamos con ellas decidiendo si
entrar o no a los bares del Centro.
Al final, entramos a latinos a regañadientes, un viejo bar
karaoke que nunca falta en la larga alameda de esta ciudad. De haber escogido
como en un principio escogió Martin el Cero hubiera terminado aquella noche en
el hospital, dado que en la silla que hubiese estado sentado hubiese caído una
botella cortada producto de una gresca entre dos ebrios por una chica, chica
que también conocía pero no tanto como yo.
Una vez en aquel antro con el pisco y la cerveza encima no
nos quedó otra cosa que bailar. Si es que de alguna manera se puede decir a los
saltos descoordinados que dábamos de aquí para allá y viceversa. Mientras la
noche nos iba bailando, Ana, la chica en la que había pensado constantemente,
empezó a abrumarse con mi presencia y el correr de las horas, parecía no
divertirse tanto como lo hacía su amiga con Martin, cuyos pasos eran propios de
dos almas que han bailado siempre.
Nos sentamos en una de las muchas mesas vacías que aun
quedaban en el local. Pensé en decirle que todo este tiempo he pensando en
ella. Pero no lo hice. Ella tenía sed y le ofrecí una cerveza, ella pidió agua.
Martin se ofreció a ir por la botella a la barra y su amiga le sugirió que la
compre afuera y que vamos, te acompaño, le dijo.
Bailamos un par de canciones más, siempre intercambiando de
parejas. Ahora era yo quien bailaba más con la amiga de Ana, cosa que
incomodaba ligeramente a Martin, pero sin decírmelo. Al cabo de diez minutos,
las chicas decidieron que era hora de marcharnos. Decidimos acompañarlas hasta
sus casas, cosa que la amiga de Ana se negó rotundamente. Nos despedimos de
ella y la noche pasó por nosotros.
Camino a casa, mientras camino algo descontento, Martin me
confiesa visiblemente emocionado que ha besado a su amiga de Ana. Hay un
pequeño silencio entre ambos, luego abordamos un taxi. La vida es una suma de
coincidencias y no de casualidades me dice. Mientras yo tengo la imagen en la
cabeza de la amiga de Ana besando a Martin, le doy una falsa palmada en el
hombro, sin saber en qué momento pasó que no me di cuenta.
Martin parece leer mis pensamientos y me dice, no te
mortifiques, no significó nada. Pero lo que no me dice es que él la ha forzado.
Que ha intentado besarla cuatro veces y que al último intento logró hacerlo.
Quizás era para olvidarse de su pequeño plantón, o quizás porque estaba empezando
a enamorarse de ella.
Cuando me pregunta por Ana, yo me quedo callado, lo mío ha
sido todo lo contrario. No le miento, no puedo hacerlo, siento que el taxista
ríe. La situación entre ambos es tensa. Ya habrá tiempo para otras victorias,
me responde Martin cuando baja del taxi.
Fue un largo camino a casa, vi como pasamos con el taxi por
la casa de A, una persona que había estado viendo los últimos meses, sin más
cuidado note lo mucho que me había acostumbrado a ella. Luego pienso que
algunas cosas siempre tienen que cambiar, como Martin, que no parece ser el
mismo de una noche atrás que fue derrotado por su desplante con su cita.
Es un hombre nuevo de
mirada dura y herida. Le dije que la amiga de Ana es una chica que vale la
pena, que no juegue con ella, me dice que no quiere jugar con ella, que no sabe
lo que siente. Que no lo regañe, que yo le hablé de "A" hace tres meses que no le hablo, que soy un cobarde que no es capaz de entablar un simple conversación con alguien que estuvo conmigo por casi un año, que
no vale la pena que Ana vuelva a aparecer en mi vida, y que menos aun ahora me ponga celoso por su amiga sólo porque se han besado, que
nunca imaginó besarla, que yo debo perseguir a A hasta que se canse de mí o
la conquiste, porque yo ya elegí y no hay vuelta atrás.
[CANCIÓN DE MAR DE COPAS, MUJER NOCHE, EL TRACK DE ESTE POST]