Buscar este blog

domingo, 21 de octubre de 2012

RECUERDOS DE UN OTOÑO




Te recuerdo como eras el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.
Pablo Neruda.


A veces suelo creer en el destino, otras tantas en la casualidad; no obstante, estaba seguro de volvernos a encontrar, R. No sabía cómo, ni cuando, simplemente lo presentía y eso bastaba. Fue un Miércoles por la tarde, aun no terminaba mi trabajo de “Teoría del delito”, cuando irrumpiste en la ventana del Messenger, con un Nick tonto, el cual no pude decifrar: “boina gris “, dejo algo intrigado, lo busque por google, para tratar de encontrar algún significado; era sin lugar a dudas, un poema de Neruda, aun no conocía tu fascinación por él, Octavio paz, Benedetti, Bueza, entre tantos. Solo eras una chica distante y dolorosa, con la que Salí algún tiempo, tan lejana y sencilla, en un mundo aparte, y tan cercana en el mundo de la red. Mi orgullo quebrantado me impedía hablarte; sin embargo; todo mi ser me subyugaba a saludarte, pero mi ultra ego pudo mas, y no lo hice.

Al otro lado del monitor estas tu, deprimida, desconsolada, necesitando un abrazo, un balazo, un amigo, alguien con quien hablar, que te escuche, y que no busque tus labios a cambio. Hasta el día de hoy, no sé si fui tu segundo plato, tu mejor elección, peor elección, o el único que estaba disponible.

Escribiste un hola, con una carita feliz, que disfrazaba tu tristeza, melancolía.
-¿Qué haces?
-Terminando un trabajo de “Teoría del delito.”
-¿Que planes para mas tarde?
-Ver Tele y dormir.
-jajaja, que aburrido, ¿Quieres ir a dar un vuelta?
-Seria genial, vamos por unas hamburguesas y unas latas.
- No, mejor tomemos un café y unos cigarrillos.
- Ya chévere, ¿A que hora?
-A las 7 pm, okas.
-Pero, ¿Y Gabriel?
-Terminamos, ¿Salimos o no?
-Esta bien, a las 7pm, ¿En el cruce de las avenidas cerca de tu casa no?
-Si, me parece bien.
-Ya, okas te dejo, voy a terminar mi trabajo.

Me desconecté, traté de parecer relajado, no sé, si lo notaste, quizás algo sobreactuado. No iba a terminar mi trabajo, mire mi reloj y salta a la ducha; una vez en el baño entré en el clásico dilema existencial dejarme la diminuta barba, de la cual era presa o de dejarla liza. Decidí, borrarlo del todo, escogí una de la camisa nueva que había comprado, un pantalón negro, y esperaba impaciente, que el reloj avance para ir a verte.

En cambio tu, no tenias prisa, mirabas en el Messenger, otras opciones, para cancelarme con un: “ya, es tarde. La dejamos para otra ocasión”, pero parecía ser, que nadie estaba disponible, fuiste al baño, te lavaste la cara, te pusiste una ropa casual, volviste a mirarte al espejo, Exclamaste : “ Ya vuelvo, madre, voy a la U.”
Llegue siete minutos antes, suelo ser puntal, y los demás casi nunca los son conmigo; los minutos avanzaban y no venias, cuando mire el reloj habían pasado diez minutos, temí que me hubieras dejado plantado.

Me viste parado en esquina dando vueltas, mirando mi reloj, reíste, sabias que llevaba minutos esperando, aun así caminabas lento, mientras te arrepentías de haberme citado, cuando una parte quería verme, me viste caminando, como abandonando el lugar, y entonces te vi.
Al verla, me encontraba nervioso, la miraba, y no era ella, lucía unas corrientes sandalias negras, unos jeans del mismo color, y una polera gris para hacer contraste, tenias el cabello mas negro que la noche, recogido y algo sucio, sabias que no estabas presentable, pero no te importaba. Estábamos los dos juntos parados en una esquina, mudos, atónitos, sin nada que decir.

Rompí la tensión diciendo “pensé que no vendrías”; me miraste y dijiste “Siempre llego tarde, siempre”. Caminamos, a paso lento. Caminamos por caminar, no sabíamos a dónde íbamos, parecía ser inercia de nuestros cuerpos; compre tus cigarrillos preferidos, una Coca – Cola y te pregunte si deseabas algo: “Un agua mineral está bien”- pronunciaste.

Caminamos, mientras me contabas lo furiosa que estabas con tu madre, no la soportabas mas, habías discutido con ella, aunque te sentías mal por eso. Nunca me contaste el porqué; quizás fue por la noche que llegaste ebria a casa, tus constantes tardanzas, o por eso chupetón en el cuello que no pudiste explicar.

Yo te hable de mis proyectos a futuro, las miles de aventuras del verano que había terminado, de la pelea que tuve con mi enamorada con la que a veces no sé si es mi enamorada o una desconocida a la cual amo, como las había regado antes del día de los enamorados, de los regalos que colecciono, creo que nunca los entregare comente, también hablo de las fiestas en la casa de playa de René, de mis amigos, de la universidad, y sobre todo creo que fue efecto dominó con mi enamorada, el cual me confunde mucho, lo que te intereso. Luego ninguna de mis historias parecía sorprenderte te parecían cotidianas; mi vida en conclusión, te parecía el remedo de la vida de un chico normal.

Por extraño que nos parecía, de alguna forma seguimos saliendo, pero no como las primeras veces, había algo extraño, que nos conectaba. Causabas unas nuevas y extrañas sensaciones en mí. Los Jueves de pronto, empezaron a ser días oficiales de caminatas sin sentido, cigarrillos y unos cuantos cafés. Cierto día, me hablaste de Julio, tu mejor amigo gay, y el único hombre en que confiabas, nos sentamos en un parque, que me gusta creer que descubrimos juntos y cada vez que paso por ahí, aun me recuerda a ti.

Había días que yo no podía dejar de hablar, y tu querías caminar en silencio, otras no me dejabas hablar, y a veces hablabas y yo no te escuchaba, porque cada vez que te oía, me sentía decepcionado, no comprendía como una chica tan linda como tu, había “experimentado todo” en su precoz adolescencia, que estaba terminando.

Me contaste acerca de Solange tu mejor amiga, a la cual apreciabas mucho, y que una cierta tarde-noche, besaste bajo la influencia de algunos estupefacientes, y podrías haber llegado a algo más, si no fuera, por tu amigo incondicional Julio, me hablaste de Marco, tu primer gran amor, quien había terminado contigo y te había dejado destrozada, de Mauricio tu ultimo novio, y de los cuatros chicos que besaste en una noche.

A pesar de todo R, tenias algo que no podía explicar, una tarde Otoño, sentados un parque después de haber escuchado tus cientos de alocadas historias, me costó cerca de un mes y medio, lo que a otros chicos les tomo menos de una noche, mientras mirábamos una tarde anaranjada el cielo, me arme de valor, y pude besarte, me besaste, te mire, y reíste nerviosa, después hice un comentario, acerca de tu cabello, y dejamos el tiempo pasar.

Es mejor que nos hallemos lejos los dos, ya tu por tu camino y yo volviendo a seguir por el mio, todo esto que paso tal vez ni lo recuerdes, pero hay algo en ti que no puedo olvidar.


Blogger news