Las X enamoradas siempre me van a producir una cierta
incomodidad. Debe ser porque casi siempre no quedamos en buenos términos de comunicación.
De haber sido mejor la forma de comunicación entre nosotros, yo creo que ahora
no habría ningún problema, es más, con algunas de ellas tengo una especie de
lejana amistad.
Pero cuando terminan con uno te vuelves alérgico a esta
persona. No quieres verla, que te la nombren ni saber un detalle de su vida
soltera y feliz. La sola idea de encontrártela en algún lado donde no la puedes
evitar, y ser testigo de lo mucho que se
divierte con sus amigas, con el tarado por el cual encontró, un nuevo novio, te
enferma (y no es como en Friends, donde después de terminar todos vuelven a ser
amigos como si nada hubiera pasado, en la vida real esto no funciona así).
Entonces decides quedarte en casa, aunque no logras
concentrarte en nada. Prendes la televisión y pasan la última película que
vieron juntos, prendes la radio y todas las canciones son de amor, hasta ahora
no entiendo el porqué todo en este mundo gira alrededor del amor, aun suenan
las que tu todo embobado le dedicaste en la noche de los tiempos. De alguna
forma tienen que ver contigo y tu desgracia sentimental. Te escondes bajo la
cama, tienes pesadillas, peleas con la almohada, sudas, te deprimes, no pruebas
bocado, no estudias, no reaccionas, y sobre todo no quieres conocer a ninguna
otra chica.
Si logras dormir, al despertar te dirás a ti mismo que odias a tu ex, aunque en
el fondo sabes que es mentira: desearías odiarla, seguro pero aun la quieres y
quizás más que antes, pero esa idea ahora te parece inaceptable.
Pasarán algunos días, unas semanas, e incluso un par de
meses para que te dejes rescatar por tus amigos que siempre han estado contigo
(y porque falta para la “chancha” de la chela). De no ser por ellos aun
seguirías en casa, probablemente recordando los miles de momentos que pasaron
juntos y de los que ahora solo te quedan los recuerdos: un Cd de tu grupo
favorito, un peluche de felpa, algunas fotos, ciento de poemas que nunca entregaste
y un post que escribiste a última hora (a riesgo de ser golpeado).
Desde que han terminado, se han cruzado dos veces fuera del
la universidad, tres en la biblioteca de la Uni. , una en el autobús y otra más
en el centro, sin contar los dos restantes que se cruzaron por la calle sin
saludarse. De pronto piensas que la ciudad es muy pequeña para ambos o el
destino se esmera en recordarte a la persona que perdiste.
Han pasado casi tres años de mi extraña relación con X-1 (Ana),
con la que estuve casi tres meses. Se podría decir que fue mi primera enamorada
de a de veras. Tanto tiempo ha pasado desde entonces que no me apena decir que
me enamoré de ella (de sus grandes ojos café, de su peculiar voz, su extensa
cabellera rizada, sus largas piernas contorneadas y de su sonrisa infinita) no
perdida sino perdedoramente. La decisión de terminar con nuestra relación, me
cambió por completo y debo admitir que ha habido un antes y un después que me
ha hecho mejor persona y un peor escritor.
A pesar de sus primeros burdos intentos y después de los
errados intentos míos por ser amigos, nunca llegamos a amistarnos o perdonarnos
del todo, por esas cosas que a estas alturas está de más recordar.
Eventualmente, hablábamos por Messenger hasta que cada cierto tiempo decía que
cada nuevo novio que tenía le prohibía hablar conmigo, según recalcaba ella.
Me enteré después por curiosidad, o ese masoquismo que
caracteriza a los descorazonados, que ella era una cuasi anfitriona o modelo.
Qué lejana estaba aquella chica de los primeros años de
secundaria que usaba una extraña cola de caballo y poseía una sonrisa de
colores por los braquets que tenía y que era la sombra de su prima, que como el
mejor de los vinos fue mejorando con los años, así que tuvo una suerte de
Patita Fea o Betty la Fea. Por aquel entonces como la mayoría de chicas
suspiraba patéticamente por Sucso (Diego) mientras él la ignoraba y despreciaba
de la peor manera, no sabían que el destino les deparaba un final junto (y
revuelto).
Luego de un tiempo, pude iniciar otra relación, Fue un viernes por la tarde que
hablé por última vez con X, o mejor dicho la última vez que nos vimos frente a
frente para hablar, cansado de pedir disculpas, constantes desaires y frías
respuestas hicieron que me armara de valor para juntar la poca dignidad que me
quedaba y eliminarla del todo, como si borrarla de mi grupo de amigos la sacara
por completo de mi vida, qué equivocado estaba.
Pero cuando pensaba que lo peor había pasado y había superado el síndrome de X
por una fuerza de la naturaleza o raras leyes de la física te hacen volver a
verla dos meses después más bella que nunca. Primero tratas de perderte entre
la muchedumbre, pero ya es demasiado tarde, sus miradas han hecho contacto visual
y es realmente uno de los momentos más incómodos de tu corta vida. Tu corazón
enloquecido empieza a bombear de la impresión. De pronto, ella finge una
sonrisa de antigua complicidad. Por ese instante quieres ir a abrazarla y
decirle que el pasado ya no importa, y sin embargo algo te detiene, es la
conciencia que te hace recapacitar y decirte “sabes que ya no es tu enamorada, ella
ya no quiere saber nada conmigo”.
Un leve mareo sacude tu cabeza. Estás atrapado en una horrible escena de terror
de la cual no quisiste ser protagonista jamás. Te encuentras con tu ex después
de tanto tiempo, tienes ganas de decirle mil cosas, abrazarla, confesarle con
rabia que la extrañas, de preguntarle cómo es posible que este tan bien sin mí,
de susurrarle al oído que está más hermosa que nunca. Pero también tienes ganas
de sacarle en cara sus promesas, de pedirle perdón y perdonarla. Pero no. No,
no dices absolutamente nada sobre eso. Todo se reduce en “me ha dado mucho
gusto verte”.
Aunque es la misma chica que estuvo contigo, con la que conversabas de los
temas más trascendentales y los más bobos. Con la que exploraste algunos niveles
de pasión e intimidad, con la que hiciste planes a largo plazo sentados en la
plaza de algún parque, bromeando el nombre de los futuros hijos que tendrían, y
con la que hablaste de muchas cosas, con la que lloraste y reíste y volviste a
llorar y reír de nuevo ya no existe, ya no está más. En reemplazo hay otra
chica que no conoces que parece ser una mala imitación de ella, que bebe, fuma,
se toma cientos de fotos.
Los años la han llevado de un lado a otro en tu mapamundi emocional, de ser la
mujer más importante en tu vida ha pasado a ser una anónima, una simple X, una chica
que ahora saludas y te sientes tan incómodo como ella.
Ya no la quiero, es cierto, pero la quiero, no de la misma forma, pero de
alguna forma debe ser. La necesito o tal vez solo necesito saber de ella. No me
importa pero me jode y es que eso es lo tragicómico de esto, allí donde las
tripas no mienten, debo decir que fui un sobreviviente de ese iceberg a la
vista llamado X. En ella se van los millones de recuerdos de las noches en
que no pensaba encontrarme, y ella no tenía en mente volverme a ver.
De algún modo al escribir sobre lo que pasó es mi forma de decirle ADIOS. Con
este adiós el síndrome de X parece haber sido superado aunque le diga adiós
para toda la vida, quizás toda esa vida pensaré en ella.